Que se manche de carmín...
Una colilla manchada de carmín es de todo menos indiferente, no pasa desapercibida. Vestigio indiscutible de un erotismo histórico de casi un siglo.
Unos labios en carmín y un cigarrillo son la pareja ideal, ambos son placeres breves pero intensos, ambos se consumen en un aliento, ambos viven del anhelo y el deseo ajeno y por supuesto ambos matan lentamente, solo que de maneras opuestas.
Un cigarrillo puede matarte cuanto más lo consumas, pero con unos labios siempre pasará al contrario, cuanto más te percatas de su ausencia, más muerto te sientes.
